I
Sé que ya no te provoco ese deseo que nos condenó a ser uno o dejar de ser. Sé que ella te arrancará de mí por la mañana. Y reconozco su virtud: la perseverancia. Durante todos estos años ella fue siguiéndote, llamándote, suplicándote para que me dejaras. Y aunque te negabas, fui consciente de que este momento llegaría. Era inevitable. Sé que ya no volveré a gozar el roce de tus manos y que este vacío será cada vez mas intenso. Trato de retener el recuerdo de aquellas caricias intermitentes que me intentaste dar horas atrás. Pero no fueron más que una última dádiva. Tu despedida. Un vestigio deshilachado de aquellas caricias nocturnas que en la calle Corrientes tanto el “Kalisay” Gorrese como el “Pirincho” Canaro tanto envidiaban.
¿Cuándo fue la última vez que salimos juntos de este agujero? ¿Dónde quedaron aquellas salas repletas en la que brillábamos? ¿Dónde están esos telones, esas alfombras de terciopelo, esas palmas que se fundían en una conjunción de aplausos? ¿Dónde está el gran “Cuqui” Robles y su piano? Sólo quedan nuestras fotografías enmarcadas y cubiertas por el polvo. Y mañana esas fotos sólo serán polvo, polvo enterrándonos en el olvido de Buenos Aires.
Los brazos del amanecer se extienden y atraviesan
la persiana del dormitorio. Revelan un hilo de lágrimas bajo tu sombra. El reloj del comedor gatilla siete veces y ese
maldito haz de luz nos envuelve. Te
descubro sentado frente a mí. Tus ojos simulan mirarme pero anuncian que el
momento final ha llegado. El chirrido
del timbre me desgarra. Es ella. Una y otra vez ese maldito sonido se repite
pero permaneces inmóvil, resistiéndote. La llave apuñala la cerradura. Ella abre
la puerta y nos observa pálida, absorta. Corre hacia vos y grita: “¡papá! ¡papá!”.
Y cuando te arranca de mí, mi silencioso llanto resuena en nuestro último
acorde.
II
-
Viejo, se murió un tal “Cuqui” Robles.
Me suena el nombre, ¿lo conocías? - preguntó Martín
-
Yo no. Creo que era uno de esos
“tangueros” de antes. Me parece que el abuelo tenía algún disco pero seguro lo
tiramos antes de mudarnos.
-
Veo que era un músico de la puta
madre, ¿no? ¿a quién carajo le puede importar este tipo de noticias? - Martín
se reía mientras buscaba la sección de deportes.